El mal Contemporáneo
El mal contemporáneo.
Autora: Amanda Panambí
Morales Vidales
"Instaura
una pequeña anarquía; altera el orden establecido, y todo se convierte en caos.
Soy un agente del caos. ¿Y sabes algo del caos? es justo”. (El Guasón, diálogo
en la película The Dark Night)
Jeffrey Dahmer fue un criminal mejor
conocido como el asesino de Milwaukee, y quien en las décadas de 1970 y 1980
secuestraba a sus víctimas, las mataba, violaba y por si no fuera poco guardaba
sus partes para comérselas; la dantesca conducta de este asesino en serie deja
helada la sangre de cualquiera.
El asesino en serie es una de las
figuras que más ha interesado para estudiar y comprender el por qué de su
conducta, es objeto de curiosidad social, misma que intenta develar en su
figura un asunto que a todos nos preocupa e interesa: el Mal. Desde estudios
psiquiátricos, entrevistas, estudios criminalísticos hasta los propios de la
Psicología, Sociología, por cierto, el que menos se ha quedado atrás en el
interés de develar esta conducta han sido la literatura y el cine, ahí es donde
más se ha intentado relatar el fenómeno del asesino en serie. ¿Qué es lo que causa tanto interés en ésta
figura?.
En la segunda Guerra Mundial, los
Alemanes tenían un gran problema, según ellos lo veían, no querían a los judíos
en su territorio y éstos eran millones, en un primer momento como señala
Eichman (Arendt, 2000) , sólo se
buscaba desterrarlos del país pero dicha tarea se volvió muy difícil que no
imposible y ya ni mencionar racista, finalmente, la decisión histórica que
tomaron los Nazis Alemanes fue lo que se conoció para siempre como “la decisión
final”, es decir, eliminar al mayor número de judíos posible, es en este
periodo de la historia en donde se calcula murieron unos 4 a 6 millones de
judíos, definitivamente una cifra que haría helar la sangre del más prolífico
asesino en serie que hubiera existido. ¿Por
qué sucedió este Genocidio?, ¿acaso los Alemanes se volvieron asesinos en
serie?
Alberoni (2001), plantea que el bien y
el mal son una decisión arbitraria que tiene que elegir entre alguna de estas
dos posiciones que primero son positivas y que eventualmente una de ellas se
convertirá en bien y la otra en mal. Puede parecer confuso pero veamos que
lleva a Alberoni a tomar esta postura: por un lado tenemos que en toda sociedad
constituida el mal y el bien aparecen como ya dados, sabemos que si robamos,
matamos incluso si sólo con la palabra mentimos, estamos haciendo mal; del lado
contrario, sabemos que si obedecemos, seguimos con las reglas sociales, no
robamos, no matamos estamos haciendo bien, es decir las categorías de mal y
bien ya vienen dadas, nuestro papel social es cumplirlas llanamente.
Zizek
(2003), plantea al respecto un ejemplo: un joven Yugoslavo quien fue reclutado
para cumplir el servicio militar, en este reclutamiento hay un ritual en donde
le piden al jóven jurar solemnemente que esta dispuesto a servir a su país y a
defenderlo aun cuando esto signifique perder la vida, el jóven en cuestión se
niega a firmar el documento solemne y entonces sucede una paradoja, el jóven es
libre de no firmar, sin embargo, al no firmar está desobedeciendo y se verá
acusado de negarse a cumplir con su deber e irá a prisión, el jóven solicita
entonces que le sea ordenado el que firme, a lo que los soldados le contestan
que no pueden ordenarle eso porque tiene que firmar con libertad. Ésta es una
cuestión considerablemente paradójica porque la libertad del jóven está coartada,
si firma va en contra de él si no firma le apresan por desobedecer, pero nadie
le puede ordenar que firme.
En el caso de Eichman
el argumento anterior es parecido, Eichman fue un teniente coronel de las SS
Nazi, quien tenía a su cargo una especie de la logística de transportes de
judíos a los campos de concentración y exterminio Nazi, brevemente relataré que
Eichman después de la derrota de Alemania se las arregló para huir a Argentina
en donde vivió varios años con su familia, las fuerzas de inteligencia de
Israel le encontraron y secuestraron en dicho país y fue extraditado a Isarel
en donde se llevó a cabo un juicio
sumario por los crímenes cometidos en contra de los judíos y su responsabilidad
al respecto. Eichman fue interrogado durante el juicio sobre las razones que lo
llevaron a ser parte del genocidio cometido, lo que sorprendió a todos fue su
respuesta, a Eichman no le gustaba asesinar y se sentía asqueado por las matanzas
que el sabía se estaban llevando a cabo, sin embargo, él continuó con su tarea
porque eran las órdenes que recibía y tenía que cumplir con su deber, en el
sentido más estricto. A Eichman le pasaba un poco lo que al jóven Yugoslavo,
tenía que obedecer sea que estviera de acuerdo o no, además tenía el
justificante de que él sí recibía las órdenes. Con justificación o no el
teniente Eichman tomó la decisión de continuar con su trabajo a sabiendas de lo
que esto significaba.
¿Fue el actuar de Eichman parecido al
actuar de Dahmer?. Sin
duda hay ciertas diferencias, Dahmer en la más pura concepción del psicótico
disfrutaba de sus asesinatos, Eichman decía que no disfrutaba del asesinato de
miles de personas, incluso llega a señalar sentirse asqueado de lo que estaba
pasando, cualquiera de éstos dos polos opuestos no opuso a que los eventos que
ocurrieron se llevaran a cabo, los asesinatos ocurrieron y el horror que han
causado estos eventos permanece. El actuar no parece ser el mismo, el horro de
éstos actos si, y la concepción de maldad se revuelve.
Alberoni (2001),
plantea que el bien y el mal han sido concepciones que han cambiado con la
modernidad, antes de la modernidad se podía dilucidar con claridad entre el
bien y el mal, entre lo sagrado y lo profano, los cánones estaban bien
establecidos, así como sus concebidos castigos. El mal, esa forma presente en
todos se podía combatir, se tenían que hacer sacrificios pero era posible
ganarse la gloria. Y con este último concepto de gloria se hace necesario
reflexionar que en la cristianadad la última felicidad posible era la llegada
del “Reino de los Cielos”, por ello todas las penalidades que se tuvieran que
aguantar en la vida terrenal se aguantaban, por que la llegada del bien se
habría ganado. Esta misma concepción de cambio se encuentra en el pensamiento
judeo-cristiano, de la posibilidad de la conversión y es en éstas religiones en
donde las categorías del bien y del mal
están estructuralmente establecidas.
El mal, representado
por Satanás, Samael o el dios negro tiene las propiedades de representarnos en
todas nuestras faltas y pecados, la noción misma de pecado tiene que ver con
esta culpa religiosa que llevamos comos seres humanos para prevenir el mal.
El mal en el
Psicoanálisis es debido a los impulsos generados por el superyo, la líbido
desea hacer lo que su deseo quiere, pero ese deseo tiene que ser reprimido para
vivir en sociedad por lo que la represión del deseo natural es necesaria para
la consecución del bien del ser, aun cuando esto signifique vivir en
constricción. Para el Marxismo el bien es algo que se puede lograr por medio de
transformaciones en las fuerzas productivas, es decir, en la forma en cómo nos
relacionamos como seres sociales, el máximo bienestar a alcanzar es esa otra
forma de la sociedad que llamésele comunismo o socialismo logrará un mundo
mejor. Los judíos prometen que dios les dará la tierra prometida y ahí
nuevamente se instaurará su reino, será hasta ese momento en donde lograrán el
máximo bienestar para su pueblo y en consecuencia el bien, porque para las
concepciones judeo-cristianas el sufrimiento cesará y también su causa, la cual
radica en el mal.
Para Nietzsche en las
raíces del bien y del mal , existía antes de la intervención judeocristiana,
solamente la contraposición feliz-infeliz, fueron los Hebreos señala Nietzsche
quienes pusieron en juego que eran los miserables en quienes por su sufrimiento
se depositaba la bondad, mientras que los poderosos portaban el estándarte del
mal. Para ser bondadoso un sacerdóte debe asemejarse a los pobres, es decir,
ser humilde, reprimir mediante el ascetismo todos lo instintos que le hacen
cometer pecados, le hacen caer en el mal, también se tuvo que construir la otra
figura la de la maldad, el diablo que es la naturalidad y el deseo. El deseo es
entonces visto como el mal y malo es todo aquel que desee, que quiera vivir,
que se deje llevar por la naturalidad. Dejarse llevar por el deseo es la
contribución Hebrea a la concepción del bien y del mal, también sucede así con
la concepción psicoanalítica.
Pero la concepción
del mal cambió radicalmente con la llegada de la modernidad, en ese momento las
distinciones entre lo sagrado y lo profano, entre el bien y el mal se mimetizaron
y llegamos a una era en donde el planteamiento Heideggeriano sobre la técnica
está presente. La ciencia con todos sus avances nos deja una suerte de técnica
para todos los ámbitos de nuestra vida social, la técnica como fruto de los
avances de la ciencia produce bienestares, antes impensables, si te duele la
cabeza se puede tomar una aspirina, si hay una infección se toma un
antibiótico, incluso llegado el caso un accidente y el brazo se te corte se
puede tomar la decisión de correr al hospital para que el cirujano arregle el
asunto. La modernidad nos ha dejado una serie de soluciones para la vida que
han tecnificado nuestra concepción humana, esto ocasiona que la vida como era
concebida se modificará diametralmente, lo mismo que la concepción del bien y
del mal.
La vida contemporánea
en palabras de Alberoni vive un proceso de <desresponsabilización> en donde toda acción, culpa o penalidad
tiene una razón que la explica, si tenemos deseos es por el inconsciente, si
estamos neuróticos es por el estrés citadino, si se nos va la memoria es el
Alzheimer, todo tiene una ilustración y eso nos desresponsabiliza de nuestro
actuar, cualquiera que sea nuestro problema el divan del psicólogo o psiquiátra
se encuentra disponible para “arreglar” lo que está “mal”.¿Qué diriá entonces la técnica de lo que hizo Dahmer?, es
clarísimo: es un enfermo psicópata y un asesino en serie, argumento que automáticamente
desactiva la responsabilidad de Dahmer, éste al er un enfermo que no siente nada
pues será comprensible que mate y aunque
nos horrorize ese pensamiento, para nuestra mentalidad racionalista será la
explicación más lógica y coherente con la violencia ejercida por éste o
cualquier otro asesino en serie. ¿Qué
diriá entonces la misma técnica de los Nazis en Alemania?, sin ser tan
claro también ofrece explicaciones, una de las más comunes puede ser: “pues es
que eran racistas y por eso los mataron”, justifcación que pretende simplificar
un fenómeno social tan complejo como lo fue el genocidio perpetrado por los
Alemanes Nazis, cuando ante la mentalidad colectiva dejamos todo a la
explicación racista, los problemas ideológicos, económicos, geopolítcos son
dejados de lado, caemos en un reduccionismo mental. Y no es que se pretenda
negar las anteriores explicaciones pero parecen demasiado fáciles, demasiado
hechas, si así fuera tan sencillo entonces ya la técnica habria inventado la
pastilla antinazismo o el jarabe que prevenga la conducta psicópata, y aunque
seguramente ha habido intentos todavía no sucede tan literalmente, aunque efectivamente
si se inventó la terapia, misma que tampoco ofrece la solución final.
La cuestión del mal y
el bien es más compleja, pongamos entonces un tercer ejemplo: el conflicto de Gaza
en el cual el pueblo Palestino y el pueblo de Israel están involucrados y que
tiene décadas o siglos de existir, hace poco Israel volvió a bombardear a
Palestina y viceversa, aunque cabe aclarar que ninguna de las nimias bombas de
los Palestinos han afectado a Israel, sin embargo Israel si ha causado daños
considerables al pueblo Palestino asestando sus misiles en Palestina, o sea en
población civil, ya saben lo usual: escuelas, mercados, niños, niñas, bebés. El
asunto ya de por sí digno de una escena dantesca viene a colación porque fue el
pueblo judío el que padeció y murió por las decisiones racistas de un gobierno,
¿Es que acaso 6 millones de muertes no
es lección suficiente para no repetir las mismas atrocidades?, dadas las
circunstancias aparentemente no, y es especialmente preocupante porque este
asunto del mal y del bien comienza a configurarse como una cuestión que se
define no de acuerdo a principios universales sino de acuerdo a desprincipios
sociales.
La narrativa de la
modernidad transforma toda la realidad colectiva del bien y del mal. Las
narrativas actuales tienen que ver con que el control social está dado a las
leyes del mercado, el bien y el mal dependerán de quien ostente el poder
económico, político y comunicacional. Esta es una de las aristas que se tienen
en nuestro tiempo los conceptos de maldad y bondad están atenidos a la
manipulación sistemática de quien se encuentre en el poder, Estados Unidos e
Israel argumentarán entonces que lo que están haciendo está bien, el sionismo
judío se encubrirá los ojos y dirá que lo hace por cuestiones religiosas, ya
saben porque es su tierra y dios se las dejó y bla, bla.. pero el asunto se
deja entrever como una guerra de exterminió que tiene sus razones muy
particulares en la dominación de un territorio geopolíticamente localizado para
tener a Estados Unidos en el medio oriente con una presencia militar y
geográfica, y el mal y el bien dónde quedaron en éste juego, ¿Quién hace el mal, quien hace el bien?,
¿Siquiera existen?
Pero no era ésta la
intención de la modernidad, cabe aclarar que su proyecto era encontrar por medio
de la técnica y la razón científica verdades universales que nos hicieran
funcionar como una mejor sociedad, la maldad y la bondad abandonarían los
absurdos bajo los que fueron construidos, se podrían volver objetos dotados de
raciocinio, ese es y sigue siendo fundamentalmente el proyecto vislumbrado en
la narrativa moderna.
Podría haber
funcionado, pero siempre llegan los aguafiestas quienes llamados nazis y por si
no fuera poco, los llamados gobiernos de la democracia como Estados Unidos de America,
Rusia, Israel, México, y etcétera,
porque la lista no termina, el mal en toda su representación colectiva se sigue
presentando y esta modernidad ya apesta a infierno. El bien se podría pensar
que entonces no existe, pero ahí esta, pareciera agazapado y a veces derrotado
pero como toda forma social requiere de su contrario para existir.
Los valores de bien y
mal no pueden convivir con los valores de la racionalidad, moral y razón no son
compatibles; tal vez deberían ser tratados desde su naturaleza más sensible.
Esta naturaleza se puede percibir en la Afectividad Colectiva de Fernández
(2000), pues de inicio este autor plantea que la afectividad no es una racionalidad, pero no por ello es
una sinrazón, lo mismo podría ocurrir con el bien y con el mal, tal vez su
naturaleza no radica en un cúmulo de pensamientos racionales sino en lo
sensible, es decir lo afectivo. Al respecto Horkheimer escribe: “...si bien el progreso de la razón
subjetiva ha destruido las bases filosóficas de las ideas mitológicas,
religiosas y racionalistas, la sociedad civil ha vivido hasta hoy los residuos
de aquellas ideas: pero es también cierto que ellas tienden, más decididamente
que nunca, a convertirse sólo en residuos y van así perdiendo toda su fuerza de
persuación...” (en Alberoni, 2001, p.102).
Cuando todas estas
ideas pierden su fuerza de persuación sucede un evento muy singular que ya
Fernández apuntaba (2011), dejamos de creer, el objeto dotado de una valor
místico pierde su poder cuando es desacralizado y visto sólo como un objeto, la
mente racionalista tiende a realizar esta descomposición, un manto sagrado son
sólo hilos, colores, propiedades químicas y la mentalidad que adjudica
propiedades milagrosas al manto se va difuminando. La mente moderna es un paso
que tenía que dar el ser humano, solo que esta mente se difundió a todos los
reconditos de la mente colectiva y condena la creencia que es el fundamento y
razón de todo el pensamiento humano.
Zizek en su libro “El
Sublime Objeto de la Ideología” (2003)señala que la ideología tiene un
componente inconsciente que subyace en la colectividad y que nos hace hacer
cosas que no necesariamente van acordes a nuestro pensar o proceder ético. Por
ejemplo, qué sucede con el pensamiento racista, pues aparentemente le tenemos inserto
en nuestro pensar por ello es que el racismo debe ser rechazado como
pensamiento, doctrina o conducta, porque es en base al racismo que se adjudica
el genocidio de tantísima gente del pueblo judío, y seguramente de mucha otra
gente, pero, en nuestra contemporaneidad el holocausto judío tiene una
presencia muy fuerte, ideológicamente hablando, es en ésta ideología no racista
en donde sucede un fenómeno muy curioso: podemos llegar en cualquier momento y
contar un chiste racista, esto implica que nuestra ideología
tiene problemas de convicción; así como también una feminista puede tener
conductas que le someten como mujer, un activista después de una marcha
antineoliberal se puede ir a tomar un café a starbucks o la izquierda política
se puede comportar tan igualito a el tirano de quien tanto se quejó.
Y, es que, la
ideología no es ese campo unitario, parejo en el cual se deposita una sola
creencia, por ello en esta contemporaneidad moderna, no nos comportamos tan
congruentemente como se esperaría de la ideología que enarbolamos. En la
ideología está siempre subyacente un inconsciente que viene mezclado de otros
pensamientos contrarios a lo que queremos creer.
El bien y el mal como
constructos ideológicos tienen estas mismas propiedades, son ideológicas y son
constructos sociales, que tienen su validación en la creencia de las mismas, y,
se le agregaría algo más, son constructos afectivos, los cuales se nutren de
símbolos, mística, leyendas, rituales; se alimentan de las ideas de lo sagrado,
de un pensamiento mágico que les agrega elementos a la mente humana. El mal y
el bien según Horkheimer (En Alberoni, 2001) tenían
elementos eternos y se creía en ellos porque ello formaba parte de un logos y
órden universal, la fé guiaba a los hombres en el intrínseco significado de su
objeto. Las desviaciones, que sí existían, eran anómalas. El problema con
nuestros tiempos modernos es que la creencia está desvalorada y la composicion
ideológica nos traiciona.
¿Vivimos entonces en una época donde
existe una crisis de valores, y por ello no podemos vitalizar a las ideas del
bien y del mal?. La
ciencia ha producido grandes avances científicos en muy distintas áreas, en el
campo de lo social, no ha sido glorioso el avance, en el área de los
constructos humanos se requiere otra forma de aproximación, si científica pero
no sólo positivista o tecnicista; el proceso de la ciencia según Alberoni
(2001), radica en producir recursos para resolver problemas.
La denominada
posmodernidad que estamos viviendo en nuestros tiempos tiene en su narrativa
una crítica a la modernidad que nos ha heredado una practicidad y una
tecnificación de la vida y sus principios. El asunto de la creencia es
fundamental, por ello las sociedades se comienzan a sectarizar, paradójicamente
ante tanta globalización, se regresa a la búsqueda de verdades y certezas que
ciertos grupos pueden ofrecer, esto nos lleva una fragmentación y
radicalización del ser y al ensalzamiento del planteamiento ideológico llevado
a cabo por Zizek, cada vez estamos más ideológicamente fragmentados y en
consecuencia también nuestras concepciones del bien y del mal sufrirán estas
incongruencias.
Hay algunos ejemplos
de la humanidad muy interesantes que hablan sobre la congruencia y el
ensalzamiento de valores del bien y del mal, las mismas sociedades se percatan
de la necesidad de llenar nuevamente de contenidos congruentes a estas categorías
para poder vivir y convivir mejor, si persiste una crisis de estos valores,
persisitirá el malestar social, por lo que la sociedad tendrá que aprender de
las experiencias sociales y comunales que hayan logrado concebir una mejor
sociedad, así lo hayan hecho en chiquito.
La concepción del
bien y el mal están en una transición social e histórica que los cuestiona,
destruye y al mismo tiempo resignifica en el quehacer de lo qué debemos ser
como humanidad. Si bien la modernidad no ha dado las soluciones a la
transformación de una mejor sociedad o como planteó Nietszche a la llegada de
la época del bien y del mal, tampoco la enajenación religiosa dará la respuesta,
pero quedará la tarea de aprender de las pocas experiencias que en la
actualidad han logrado mejores vidas, mejores sociedades, pues si bien en ellas
la concepciones del bien y el mal no han desaparecido, tampoco se han vuelto
una elemento enajenante o indistinto.
Bibliografía
Alberoni, F. (2001). Las razones del bien y del
mal. Barcelona: gedisa.
Arendt, H. (2000). Eichman en
Jerusalem. Barcelona: DeBolsillo.
Fernández Christlieb, P. (2000). La
Afectividad Colectiva. México: Taurus.
Fernández Christlieb, P. (2011). Lo
que se siente pensar. México: Taurus.
Zizek, S. (2003). El Sublime
Objeto de la Ideología. Argentina: Siglo Veintiuno.
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