Dios visto desde la enajenación (1a parte)

Por Alvaro Gutiérrez Torres
I

Es paradójico que buscando la existencia de Dios, éste,  no se encuentre buscándolo en una línea recta de conocimiento o evolutiva del espíritu, sino detrás de la historia de la humanidad y de su pensamiento, enclaustrada con contradicciones que impiden ver la generación de la existencia de este ser divino, pero que está ahí encerrada en el pensamiento humano. Es por ello que ahondaremos en el tema desde la enajenación en Hegel y Feuerbach para terminar en el pensamiento Marxista caminando sobre la parábola de Dios para encontrarnos con él y finalmente con nosotros mismos.

La enajenación en Hegel y en Feuerbach tienen características diferentes, que se necesitan estudiar a fondo para entender la evolución del pensamiento marxista que nos llevara hasta el concepto de enajenación que utiliza Marx en los manuscritos de 1844, éstos  nos ayudaran en la medida en que develemos sus diferencias para entender las relaciones sociales de producción que corresponden a un cierto tipo del desarrollo de las fuerzas productivas. 
Por un lado, en Hegel todo es Idea o Espíritu en movimiento en proceso progresivo ascensional que Hegel llama dialéctico, para Hegel la historia del hombre es historia del espíritu, la naturaleza, por ejemplo, también es espíritu, pero sin conciencia de sí misma y la superación de la enajenación es para Hegel, cuando el espíritu se sabe así mismo como espíritu; pero para alcanzar este autoconocimiento el Espíritu tiene que recorrer un proceso largo en el cual se separa de sí mismo, se vuelve otro, crea objetos hasta que se da cuenta de que lo que creaba como objeto era él mismo, pero como si fuera ajeno, enajenado. Vemos así que la enajenación se identifica con la objetivación, y la superación de la enajenación se da con la superación de la objetivación; también encontramos en Hegel que este proceso largo de autoconocimiento es necesario para el espíritu, la objetivación y por tanto la enajenación es necesaria para que el espíritu pueda cobrar conciencia de sí.  

En Feuerbach es básica su crítica de la religión y su crítica de la filosofía idealista, especulativa de Hegel después. En Feuerbach no se trata de afirmar o negar la existencia de Dios, sino en relación con el hombre. A diferencia de Hegel que ve a Dios en el hombre Feuerbach ve al hombre en Dios, pues lejos de ser el hombre un producto de Dios, Dios es un producto del hombre, de su conciencia. Un Dios que proyecta cualidades y perfecciones que desea para sí y que en sí no encuentra. Dios es la esencia misma del hombre idealizada y transferida a este objeto suyo que es Dios. Ahora bien, la enajenación no solo consiste en poner primero al predicado y al sujeto después, sino en la falta de entendimiento de la relación con Dios, no ve en Dios un proyecto suyo, sino que se ve a sí mismo como una creación de Dios, ve en Dios un ser que lo subyuga y lo domina y ello tiene como consecuencia su empobrecimiento como ser humano. Por haber separado de sí su esencia y ponerla en Dios, el hombre pierde su propia esencia, pero al mismo tiempo se pierde como ser genérico, comunitario, y se vuelve así un ser aislado, egoísta. Es así que para Feuerbach la superación de la enajenación está en la obtención de la conciencia que transpone al sujeto al principio y al predicado (Dios) después, un sujeto que está dotado del entendimiento de que Dios es creación suya.

Alvaro Gutiérrez Torres




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